Me cuentan que Isabel Preysler contrató a un detective para que pillara a Iñigo infraganti y abrirle los ojos a Tamara

jueves, septiembre 29, 2022 0 0

Lo de la ruptura de Tamara y su novio Íñigo Nieva es un asunto que está ocupando más atención hasta en los medios llamados serios, cargaditos cada vez má de noticias de corazón, que los orificios del Nordstream, más contaminantes y con más emiciones de CO2 que tropecientos mil coches circulando. ¿Quién va a tener valor para decirnos que tiremos el coche del abuelo, un clásico en Francia, y aquí solo un coche viejo, para comprarnos un eléctrrico?

A nadie le importa si va a estallar el universo… A nadie le importa si los daneses se van a morir de frío este invierno, si han sido los rusos o los americanos se han marcado un Pearl Harbour, lo que les preocupa es si al final tardaremos casando a la actual marquesa de Griñón. Me cuenta una fuente muy bien informada que Tamara está plenamente convencida de que ha sido su madre quien ha decidido abrirle los ojos. ¿A cuento de qué le pillan al ya famoso Íñigo Onieva en un desierto perdido de Nevada? Los paparazzi están todos más tiesos que la mojama, y os lo dice alguien que fue paparazzi, porque las revistas no pagan lo que se pagaba antes. Ya pasaron a las historia los tiempos en los que alguna revista te adelantaba los gastos de viajes para pillar un exclusivón, y si pringabas, pringaba la revista, o hasta te pagaban la cámara cuando un famoso con mala leche te la rompía.

Es mucho más interesante hacerse detective privado. Y ello explicaría por qué Tamara, que es muy lista, entró en Sálvame el otro día a hablar para elogiar la tarea de CSI del programa.

Y es que adora a su madre, y no está bien echarle caquita encima, porque lo que haya hecho o no, lo habría hecho con muy buena intención. Y eso que en su casa, como confiesa Tamara, las cosas no siempre se hicieron bien.

Aún recuerdo al pobre marqués de Griñón y lo que tuvo que pasar, como soportó estoico una terrible portada en la que sacaban por la puerta de Arga, el domicilio que compartió con Isabel Preysler una cornamenta de ciervo.

Isabel Preysler, de quien no voy a hablar mal, Dios me libre, conoce lo suficiente la vida por experiencia propia para intentarle evitar disgustos a su hija. Recordemos que en Hacienda, en la Puerta del Sol, cuando Boyer vivía en el Ministerio, había una puerta retirada que se denominaba la puerta de la Preysler. Así la llamaban los guardias y los bedeles. Vaya usted a saber por qué.

“Tamara tiene un problema con el clasismo de la alta nobleza hacia ella, y también con el suyo propio: los de caballería se pasan y los de infantería no llegan” y eso que una antepasada suya, la duquesa de Montellano era la vigilanta de una reina muy díscola, y también desciende del Gran Capitán, el de las cuentas”

Y ahora me he acordado de una frase que me dijo esta niña en una fiesta en Pachá, donde presentaba unas planchas para el pelo contra el cáncer, que no se casaría nunca con un fontanero, porque evidentemente no estaría cómodo y no sabría que contestar a las preguntas que le hiciéramos los periodistas en las fiestas. No quiso pasar por clasista, porque ella misma es víctima del clasismo de los Grandes de España hacia ella.

Y eso me lo dice alguien de la nobleza. No está considerada un buen partido, por eso su padre quiso que ella fuera la marquesa de Griñón. Por parte de padre desciende del Gran Capitán, y de la cuidadora de una reina muy rebelde y exhibicionista que se paseaba desnuda por los palacios, la duquesa viuda de Montellano, el mismo título que llevaba su abuela. Pues bien, doña Luisa de Gante y Sarmiento, tatatatatataratararabuela de Tamara, habría hecho lo mismo que Isabel, abrirle los ojos a su descendiente.

Era muy pía, como Tamara, y decidió dimitir, escandalizada ante el comportamiento de Luisa Isabel de Orleans, de quien hablo en mi libro Los Borbones y el sexo, de Felipe V a Felipe VI: Luisa Isabel de Orleans, la Reina exhibicionista educada por una antepasada de Tamara Falcó. Por cierto es uno de los capítulos que más me gustan.

El capítulo de mi libro en el que aparece una antepasada de Tamara, Doña luisa de Gante y Sarmiento, vigilanta y educadora de una Reina de España, para que aprendan los nobles bobos y clasistas.

Pero sigamos con lo del clasismo de la alta nobleza. No le perdonan a Isabel Preysler los aristócratas rancios que “humillara” con su comportamiento al marqués de Griñón, y por eso la hacen de menos, a ella y a su hija. El único que se fijó en ella, pero aquello parecía algo imposible fue el hijo de la ex duquesa de Fernandina, Carmen Tello.

Pero el muchacho era algo influenciable. Aunque no fue la cosa a más pero por otros motivos distintos de la clase social. Isabel Preysler no tiene títulos salvo el de emperatriz del cuore. Pero Tamara tiene un problema, debería de bajar el nivel de sus expectativas. Los de Caballería se pasan y los de infantería no llegan. Búscate un fontanero o un informático, hazme caso preciosa o un buen mozo de los que trabajan de agricultores en la finca de tu difunto papá. Ni los brokers ni los economistas van a tener mucho futuro en estos tiempos que se avecinan.

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