Marta Chávarri, la mujer cancelada y la pregunta de si Esther Koplowitz debería haber ido a su funeral

lunes, julio 24, 2023 0 0

Han escrito y dicho de ella que le gustaban las portadas, que en algún momento de su vida se apuntaba a la apertura de un sobre. Y también que era una mujer extremadamente elegante, una it girl que marcó una época. Hubo un tiempo en que una foto suya te sacaba de pobre durante varios meses. Y sin embargo, cuando todavía seguía siendo muy guapa, antes de la crisis del 2008, recuerdo que llamé a un amigo para decirle que se acercara por un hotel de Marbella porque se estaba haciendo un tratamiento de belleza e igual podía vender la foto. Me dijo que unas fotos de Marta ya no valían nada. Tampoco valían las de las Koplowitz, sus grandes enemigas, pero ellas seguían saliendo en la prensa cuando les apetecía. Ya no llevaba las famosas zapatillas blancas impolutas. Siempre quise preguntarle en las guardias en su domicilio de General Arrando cómo las tenía tan blancas, hasta que un amigo me sacudió la tontura y me dijo que no gastara ni un segundo en preguntar tamaña gilipollez. Eran, me dijo, de usar o tirar, o si no, al menos tenía treinta. En una foto reciente se la veía con un par de ellas grises, usadillas, como de menesterosa, si tenemos en cuenta tiempos pasados. Las fotos de las Koplowitz tampoco valen porque ellas salen solo cuando les da la gana, y siempre guapísimas. Han hecho un pacto con el diablo y con los directores de los medios.

Fue, me dice un amigo común que la quiso mucho, como una zapatilla para los poderosos. “Nunca debió dejar al marqués de Cubas por Alberto Cortina. Él nunca la quiso como se merecía”. Fue una mujer trofeo, como otras muchas de aquella época que llegaron incluso a tolerar comportamientos intolerables. Alberto Cortina se buscó una mujer mucho más joven después, la hija de un joyero, a la que retiró de su carrera de campeona de tiro de pichón, la guapísima y jovencísima Elena Cue, que se maquillaba para parecer más vieja y no desentonar con la barriguita de su marido, y convertida, según dicen en una intelectual.

Yo estuve en la famosa discoteca donde no llevaba bragas, me pareció injusto que condenaran a la revista porque lo mismo le había ocurrido a Lita Trujillo y a alguna otra en el extranjero, como a la mujer de Pierre Trudeau. Pero es que detrás de aquellas fotos había una obscura y rocambolesca historia de chantajes económicos. Antonio Asensio le pidió a Alberto Contina, que él y su primo abandonasen la operación de asalto a la fusión del Banesto y del Banco Central. El mismo Miguel Durán, entonces presidente de la ONCE lo contó al diario El Mundo. Y Cortina no aceptó el chantaje. Fue la única ocasión, relata el financiero que aconsejó a alguien que aceptase un chantaje.

¿Alguien pensó en el daño que se hizo a esta mujer e incluso a su hijo tras la publicación de las fotos? Hace poco el hijo de otra mujer con una vida muy similar en cierto modo a la de Marta Chavarri, el vástago de Mar Flores comentó que cuando salió la portada de su madre y Lequio le echaron del colegio y que los niños le hacían Bullying. Bastante bien ha salido Álvaro Falcó, el primo de Tamara, hijo del marqués de Cubas y Marta Chávarri, a quien según se dice, Alberto Cortina impuso unas condiciones draconianas tras su divorcio y la dejó; comentan mis fuentes casi con una mano delante y una detrás si nos atenemos al nivel económico del marido y salvando las distancias y con todo el respeto hacia las millones de mujeres separadas que tienen dificultades para llegar a final de mes. Marta había perdido mucho, entre otras cosas las custodia de su único hijo, Álvaro. Hay que tener en cuenta que Alberto Cortina tiene una fortuna estimada según Forbes en 1.400 millones de euros.

El “pobrecita” de Isabel Preysler, nunca se llevaron demasiado bien ella y Marta

A Marta, que se ha ido con un derrame cerebral como el que han sufrido tantas y tantas mujeres de su edad después del Covid, la cancelaron, aunque es cierto que había antecedentes de aneurismas cerebrales en su familia. La relegaron al torreón del castillo de una casa de General Arrando en la zona noble de Chamberí. La cancelaron, igual que está cancelada ahora Isabel Sartorius tras su ruptura con el ex presidente de Telefónica, el maño de cuyo nombre ella no debería ni acordarse.

Ella misma se apartó, y poco a poco dejó de interesar. Nadie entendió cómo Esther Koplowitz, la hermana de la mujer a la que supuestamente Marta levantó el marido, se casó después con Fernando Falcó. El matrimonio duró muy poco, aunque siguieron viviendo bajo el mismo techo. Y la separación no trascendió a los medios. Porque Esther, a quien muchos maldicen por la espectacular bajada de las acciones de Construcciones y Contratas y por haberle vendido todo a Carlos Slim, tenía y sigue teniendo poder.

Y sigue saliendo cuando quiere en las fotos, y se echa novio o nueva pareja o se lo deja de echar sin que nos enteremos o lo publiquemos, y cualquier foto que va a salir suya en un medio es aprobada por ella. Sus fotos tampoco valen nada. Si hubieran valido, y mucho, las de su presencia en el funeral de Marta. A fin de cuentas, era la madre del hijo del hombre con quien estuvo viviendo, incluso después de su ruptura, en el mismo edificio, y a quien tenía un enorme cariño.

Sí estuvo Cari Lapique, quien fue su concuñada. Miriam Lapique, su hermana, es la viuda del hermano de Alberto Cortina, el hombre que le torció la vida a Marta. Alfonso Cortina, a quien todo el mundo ha calificado siempre como una gran persona, falleció como consecuencia del Covid. También murió hace algunos años José Luis Alcocer, cuya viuda, Veva Longoria, también estuvo en el funeral. Era hermano de Alberto Alcocer, el ex marido de Esther Koplowitz . Las mujeres de esta complicada y endogámica “familia” siempre se apoyaron entre ellas. La única cuñada con la que no se llevó nunca del todo bien fue con Isabel Preysler, casada en su momento con el marqués de Griñón. De hecho se ha limitado a declarar antes las cámaras de Hola un simple: “pobrecita”. La vida de Marta Chávarri, la Madame Bovary de los ochenta da para un libro. La persona que debería escribirlo es Cari Lapique, pero nunca lo haría. Elena Cue es escritora y publica hasta en prensa internacional, igual lo podría hacer ella. Datos de primera mano, tiene….

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