Letizia se topa en un acto con una mujer vestida igual que ella, vestida de presidiaria

jueves, mayo 26, 2011 0 0

Esta mañana me he ido a andar con una amiga muy temprano y se lo he contado a ella antes que a vosotros. Letizia acudió estida con una camiseta de las llamadas Navy y se topó con una señora de la organización que iba vestida más o menos igual que ella.

Fue en el acto de la entrega de las becas de postgrado de la Fundación Cajamadrid. La buena mujer seguramente pregunto cómo tenía que ir y le dijeron que casual, y toma ya…se encontró con nuestra princesa vestida tan casual y moderna como ella.

Dice mi amiga austera y republicana que le parece muy bien que Letizia ahorre en guardarropa y se ponga camisetillas. No es una tragediam, opina ella, coincidir en el vestuario con nadie. Mi amiga, como todos los republicanos, casi siempre disculpa a Letizia, y afirma que cuando ocurren estos terribles percances siempre sale favorecida aquella mujer con más personalidad, que seguramente sería la princesa.

No sé, no sé…Muy contenta, la verdad, a la princesa no se la veía durante el acto. es una mujer muy expresiva, y le cuesta disimular sus emociones. Normalmente, y eso es lo bueno y lo malo de ella, se nota lo que piensa. Y si lo intenta disimular es peor, parece fría y distante….

El príncipe se lo pasó en grande, se tomó un zumo de tomate y al menos una cerveza

Estamos en el mes de las comuniones, en el segundo año de las rayas y en el primero de los colores fluorados. Cuesta trabajo levantar la vista en el tren de cercanías o en la oficina sin creer que estás viendo doble. La adictas a ir a la última lo tienen difícil para no ir de uniforme. La camiseta de la princesa tiene mejor caída que la de la señora, me cuenta una persona que estuvo allí, pero lo de ir de gemelas marinerita con una plebeya, es, digan lo que digan, toda una tragedia para una princesa como Dios manda.

El príncipe, en cambio se divirtió mucho. Se tomó un zumo de tomate y al menos una cerveza, dio buena cuenta de los canapés y departió amigablemente con los estudiantes.

Causó una magnífica impresión, y eso que aprte de interesarse por las circunstancias de cada uno de ellos, sólo contó anécdotas blancas de la época en la que estudió en el extranjero y era un crío perplejo de que nadie de su clase supiese quien era, ni siquiera dos estudiantes hispanoamericanos que estaban en la misma clase. Al finalizar el curso se enteró de que todo el mundo sabía que era el príncipe, pero los profesores habían pedido al resto de los alumnos que actuaran como si no lo supiesen. Eso es lo que hizo la señora de las rayas, se hizo la tonta. Una monárquica como Dios manda se tenía que haber escondido detrás de los cortinones.

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